jueves, 3 de mayo de 2012

Ya puedes irte...

Ya puedes irte.
Descansa, déjate llevar de la mano
de Ese que te estaba esperando.

 El camino está abierto,
sin dolor, casi soñando
rodeado de los que con amor
de ti se han ocupado.
Vete, ya has hecho lo que debías,
ya lo has logrado.

 Me dijiste que no querías estorbar,
que estabas cansado.
Descansa, descansa
que tu niña hasta el final de ti se ha ocupado
y tu hijo, el que te cuida,
 en su más grande ternura te ha arropado.

 Vete, reconciliado.
Entre las aguas tranquilas
y esa hierba y esos prados.
Y ese puente de piedra
desde el que seguro que has soñado
que un día te llegaría.
 Pues bien, ya te ha llegado.

 Vete envuelto en esa sábana blanca
en la que desde mi pena he dejado
una lágrima triste, mi pequeño regalo.

 Y no te preocupes por ella
que en su ceguera te ha acariciado
y con un beso inocente
con su amor te ha liberado.
Ha rezado a tu lado,
te ha dicho ¡guapo!
y nosotros, ante tanta ternura,
te hemos llorado.

 Vete,
 tranquilo,
 goza,
 vive desde esa eternidad
en nuestro corazón de hijos reconciliados.

 El menor te indica el camino,
quizás es lo que querías
porque me has esperado.


  ¡Piadoso Jesús, nuestro Señor, dales el descanso,
dales el descanso eterno!