lunes, 17 de mayo de 2010

Hay una escena que me obsesiona.

Un niño, un bebé, está acostado en su cuna.

Es noche cerrada. Todo está oscuro pero estoy seguro de que hay esa barrera protectora que existen en todas las cunas.

El niño saca su brazo por uno de los huecos, lo estira al máximo buscando.
Veo el brazo todo regordete del bebé, estirado en la oscuridad más completa, buscando.

No me cabe la menor duda de que está buscando. Espera, espera alcanzar. El brazo está ahí, permanente, tieso, dolorosamente erguido.



43 años de espera. No se cansa. Espera, busca… Toda una vida pendiente de esa respuesta que no llegó, que no le dieron, que nadie podía darle.

2 comentarios:

Encarni dijo...

Seguro que serías un buen padre. Ojalá tuvieras la suerte de serlo.

Un beso muy fuerte.

Clara dijo...

Las respuestas debemos de buscarlas dentro de nosotros mismos...
Yo también estoy segura de que algún día serás un padre maravilloso...

Un beso.