Mi actitud frente a lo inaceptable.
Mi rabia ante la intransigencia.
Mi desamparo frente al rechazo del diálogo.
Mi actitud frente a los actos caprichosos y sin sentido...
He ahí lo que algunos llamaban “problema con la autoridad”,
y es un problema
porque
hay
sufrimiento.
Se sufre ante lo que no tiene sentido,
ni respuesta,
ni nada.
Es, posiblemente, el fruto de la impotencia
que uno siente ante
la irracionalidad humana.
A veces, lo juro, me gustaría ser violento.
Me gustaría poder sacar de mí esa rabia,
esa fuerza interna
y hacerles tragar sus palabras
o sus actos.
Me encantaría poder romperles la boca,
hacerles verdaderamente daño...
Dejar despertar ese volcán dormido que todos llevamos dentro.
Porque hasta Ghandi tenía esos sentimientos.
Hasta Jesucristo parece que cogió un látigo...
Luchar contra mi violencia me hace daño
y sin embargo
como Ghandi,
como Jesucristo...
es la única respuesta posible
que puedo dar
si no quiero ser tan intransigente como los otros,
tan terco como mi padre,
tan injustificable como que el que impone su voluntad a los otros.
Un ejercicio cotidiano,
un verdadero esfuerzo porque “antinatural”.
Y sin embargo, te emocionas ante frases de tolerancia,
de invitación al amor,
al diálogo...
¿Cuál es mi verdadera naturaleza?
¿Violencia?
¿No violencia?
La respuesta puede ser que esté
en la experiencia que cade uno tiene,
desde niño
con algún “otro” protector y justo.
Repito : Protector y justo.
Protección y justicia.
Y amor, y ternura........ y tantos y tantos sentimientos que nos construyen positivamente
que nos dan una imagen positiva de nosotros, del mundo...
Luchar contra mi propia violencia
conlleva
conectar con esa figura protectora,
con ese ser justo...
Quizás ya lo he encontrado,
quizás deba construírmelo,
imaginármelo,
representármelo...
2 comentarios:
Todo eso, todo, lo uno y su contrario.
Todo está dentro de tí, la rabia es natural, las emociones, todas, habitan dentro, no hay que tener culpa por sentir, ...el problema estará en todo caso en como enfocamos lo que sentimos...
Somos seres completos, el ying y el yang, cada cual decide en cada momento como canalizarlos, pero sin rencor hacia nosotros que bastante trabajo nos cuesta la supervivencia como para hacernos responsables de manejar el timón de la vida sin libro de instrucciones.
Te quiero amigo
Que sí. Que esas cosas pasan. No hay debate; quizá el debate sea cómo lo aceptas.
Cuando llegues a casa le das 20 patadas a los cojines del sofá, y luego, no sé, sonríe. Tú eres más que eso.
Abrazos.
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