viernes, 13 de mayo de 2011

Pilares


Leo en tu mirada, te conozco muy bien.
Percibo tus pensamientos, siento tu recelo.
Desconfías. De todo, de todos.
¡Qué difícil es crecer! ¡Qué duro caminar sólo en la vida!
Me pregunto.
Me indigno.
¿Qué mundo es éste que te hemos construido?
¿Qué herencia la que te dejamos?
¿Tan mal lo hemos hecho?
¡Hemos creado una sociedad tan dura!


Te observo cuando no me ves. Has cambiado tanto. Has crecido.
Pareces un hombre pero, sigues siendo un niño.
Ese pequeñín que me agarraba la mano tan fuerte cuando temía perderse en medio de la multitud.
¡Me necesitabas tanto! Te sentías tan seguro cuando te llevaba, agotado de nuestras largas caminatas los domingos, sobre mis hombros. ¡Qué dulce cruz llevaba! ¡Qué ser tan feliz, tan completo me hacías sentir! Y cuando te acostaba… esos ojillos cerrados, esa sonrisa permanente en tus labios de niño feliz, de niño seguro, de ser amado.

Pero… el maldito tiempo pasa. Para todos.
Ya sé, sé que está bien así. Sé, que es ley de vida, que el pajarillo tiene que volar…
Y vuelas. O por lo menos lo intentas.

Aunque no me veas, te siento. Aunque no me sientas, te escucho…

Crees que los otros esperan algo de ti, pero no sabes bien el qué.
No tienes ni idea… Intentas adaptarte.
Yo sé que no. Sé que no eres como los otros.
Eres único. ¡Vuela! ¡Vuela!
Y cada aleteo me duele en el alma. Y cada pasito tembloroso te aleja…

Y vas caminando, poquito a poco. Vas sorteando los obstáculos. Vas viendo las trampas.
Con el tiempo vas aprendiendo la dura tarea de sobrevivir.
Y te condenas a ese color gris, ese triste gris de una tarde plomiza de enero… mundo gris, grises ideas, gris salvación.


Quisiera ayudarte, quisiera que aún fueras pequeño para estrecharte en mis brazos y protegerte.
Salvarte
de ese monstruo que se esconde debajo de la cama, con esos brazos enormes, esos tentáculos que intentan apoderarse de ti… No temas, estoy ahí como antes, como siempre.

Para darte todo el cariño que necesitas, esa seguridad de la que ahora careces.
Pobre hijo mío.

Si yo pudiera… Si tú quisieras…
Pero no, aunque me duela en el alma, no.
No sé si es mejor así. Sea lo que sea, ahí estoy.
Presente
a tu lado,
esperando…

Esperando para servirte de pilar, de columna, de pañuelo
cuando el temido momento
en el que una lágrima de soledad
se te escape…

Quieres vivir, tienes que seguir.
Pero te cuesta, ¡ay como te cuesta!

3 comentarios:

José Manuel dijo...

Hola Jesús:

Hace mucho que no pasaba por aquí, nosotros vamos cambiando (evolucionando e involucionado)casi todo a nuestro alrededor cambia, pero hay cosas que no cambian y esas suelen ser las mejores...

Un abrazo

José Manuel

José Manuel dijo...

Hola Jesús:

Hace mucho que no pasaba por aquí. Vamos cambiando (evolucionando o involucionando), casi todo a nuestro alrededor cambia, pero hay cosas que no se alteran, que perduran, que permanecen, casi siempre esas son las mejores....coincide que casi siempre son las más pequeñas (grandes para tí, para mí y para otros muchos, pero creo que no para la mayoría).

Me alegro de haber regresado y de haber estado aquí.

Un abrazo,

José Manuel

Mercedes dijo...

Hola Jesús!!
Creo que la mejor manera de ayudar, es hacerles saber que estamos.que estamos disponibles,en el silencio, en la soledad, siempre estamos.
UN abrazo.