sábado, 31 de diciembre de 2011

Un poco de egocentrismo...

31 de diciembre.
Siempre, en estas fechas, uno intenta hacer balance de ese año que termina. Para mí, hoy, es fecha de balance de vida.
El dia 2 de enero cumplo 45 años, la mitad de mi vida si llego tan lejos como mi padre (de momento). No se si llegaré a tanto pero me apetece hacer balance, cerrar los ojos y ver lo que he vivido. Y ¡he vivido tanto...!

45 años. Varias etapas en las que he intentado vivir, sobrevivir a veces...
No me arrepiento de nada. Todo tiene un sentido, todo era necesario para llegar hoy a ser el que soy.

Me acuerdo de esa infancia en Martos. En ese piso de la calle Príncipe Felipe. Mis padres, mis hermanos mayores... Mi soledad. Crecí en soledad, tejiendo una espiritualidad que me salvaba de ella. Creándome una vida en la que crecer. Esa vida que me daba miedo porque no estaba armado para afrontarla, disfrutarla...
Encerrado en mí mismo, viviendo por procuración vidas inventadas, bellas. Creándome paises lejanos, imperios en los que yo era otros.

Infancia y adolescencia en los que me forjé una fé salvadora. Esa de la que aún hoy vivo. La que se ha ido transformando dándome confianza, ayudándome a encontrar un lugar, un puesto en esta vida a la que llegué, a veces creía yo, por equivocación.
Adolescente introvertido, incapaz de ir hacia los otros como me hubiera gustado. En la parroquia, con los otros jóvenes, siempre en la sombra y rabiando por dentro porque no quería quedarme ahí.
Poco a poco fuí encontrando fuerzas para salir de mí mismo.




De esa adolescencia silenciosa (autista, dirían algunos) fuí saliendo soñando. Mi puerta de escape fué adoptar una vida enteramente dada a los otros, esquivando el espejo que podía reflejar algo que no fuera bueno.
Y me lanzé a corazón abierto en la carrera de intentar construir un mundo mejor, un mundo solidario. Mi sueño era perderme en ese basto mundo de injusticias e intentar aportar un poco de consuelo a los olvidados.
Fuí sincero, inocente incluso. Y pasé por esa etapa de generosidad desgarradora, de sueño altruista. Me sentía casi feliz, protegido de mí mismo y al mismo tiempo creándome un caparazón, una imagen que los otros aceptaran.
Iba buscando amor. Intentaba reconstruir una imagen dañada desde el principio.
Y disfruté sobrepasando obstáculos interiores, creándome más y más una imagen de héroe que fuera protectora y consoladora.


En Africa seguía sufriendo de soledad. Mi sueño se hacía realidad, rodeado de esas gentes que descubría felices dentro de su pobreza. Yo estaba allí, compartiendo sus vidas. Paseándome en mi motocicleta en esos campos desolados en estación seca, perdiéndome entre las plantas de mijo en la de lluvias...
En España pasaba por un modelo. Esa imagen la fuí creando yo, la necesitaba.
Y sin embargo mi propia imagen era desastrosa.
Poco a poco me iba comprometiendo en un camino que no me hacía feliz. Porque me olvidaba de algo fundamental: yo.


De regreso a Europa pasé un año de transformación. Yo en mi capullo, sufriendo intensamente una transformación vital dolorosa. Dándome cuenta de que en todo lo vivido me había olvidado de mí mismo. Aún más, me daba cuenta de que inconscientemente me había ido creando una imagen interior tan horrible que me daba miedo ver. En esa etapa de metamorfosis cada descubriento era un desgarro, cada decisión un paso en el vacío. Tenía miedo de salir de ese capullo protector porque temía que la mariposa no fuera lo bella que los otros querían, aunque en realidad era yo mismo quien no soportaba ser otro que el que los demás esperaban ver en mí.

Pero el capullo se rompió. Y fué mi fé la que me dió alas para romperlo. Encontré la fuerza en ese "aunque hablara todas las lenguas...aunque tuviera el don de profecía... aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres...aunque entregara mi cuerpo a las llamas si no tengo amor, si no ME amo, de nada sirve".

Y el amor de sí mismo empieza por la aceptación. Fué una carrera llena de obstáculos, la mayoría resistencias interiores, resquicios de ese espejo en el que me miraba con los ojos de los otros.

En esa etapa descubría todos los días algo nuevo, bueno, amable...
Siguieron años de lucha interna, de búsqueda de serenidad. Fué una batalla sin trincheras. Todo tenía que salir. Lágrimas por lo que fué y por lo que no llegó a ser para poder empezar a aceptarme plenamente. Y aceptar a los otros. Y ver que en mi lucha por la felicidad... me había olvidado de esa felicidad que llevo en mí dentro desde que nací.


Hoy soy un hombre feliz, relativamente feliz porque siempre quedan resquicios de esas luchas, de esas vidas, de esos espejos equivocados en los que he mirado.
Hoy me siento armado, por fin, para afrontar esa vida, para aceptar la inseguridad de esta vida de ser humano, de simple ser humano. Y me siento armado con esa armadura transparente que es la mirada amable hacia mí y hacia los otros. Palabras como perdón, comprensión y aceptación cobran otro sentido. Hacia mí y hacia los otros.


No he elegido mi vida. Creo que nadie la elige. Pero sí creo que se puede conseguir que esa vida sea algo bonito.
Creo, sí, creo.
Fé en mí, en el hombre, en ese Dios de mi infancia que me ha acompañado todo el camino... En esa libertad que te da el saber que todo es relativo y que lo que importa es la mirada consoladora, la aceptación gratuita, ese hombro que puede servir para que otros se apoyen, ahora sí, fuerte, consciente de sus fragilidades, de sus heridas.



Me quedan otros 45, quizás menos. Y miro hacia adelante con optimismo. No tengo proyectos impresionantes. Solo intento descubrir lo que la vida, la soledad, la amistad sincera, el amor, la fé... me ponga por delante.
Creo que soy feliz. Soy consciente de la suerte que tengo. Y agradezco sin ningún reparo a mis padres por haber hecho lo que han podido. Se han equivocado, seguro. Pero han hecho lo que han podido. Y hoy puedo reirme con mi madre como nunca me he reido con ella. Y con mi padre... hoy puedo mirarlo, aceptarlo porque es como es. Porque ellos han vivido como han podido.

Y puedo decirle a Pedro que ha sido y es un ejemplo de coraje. Y a Ana que me gustaría que habláramos de corazón a corazón. Y a Javi que me gustaría que fuese feliz.

Y a todos los que habéis tenido la paciencia de permitirme un gesto de egocentrismo leyendo ésto que he escrito deciros que aquí estoy, con mis 45, con lo aprendido, con lo sufrido y también, cómo no, con lo mucho gozado con vosotros.
Y dispuesto a seguir gozando, disfrutando cuando nos veamos. Y si no nos vemos, con el recuerdo cálido de esos encuentros que también me han construido.

Un besazo

7 comentarios:

Toté dijo...

HOLA JESUSILLO:

Hoy es tu cumple. Hace dos días fue el mío y elegiste justo ése para escribir estas reflexiones sobre la mitad de tu vida...
Qué gusto leerte y recordar aquellas cartas filosóficas que nos escribíamos durante un tiempo algo lejano ya de nuestras vidas...
Pues muy bien, Jesús, muy buenos esos 45, han dado un fruto estupendo y cada día más precioso que eres tú mismo. Es consolador y agradezco tanto leer cosas bonitas como "creo que soy feliz"., "he aprendido", "mis padres han hecho lo que han podido", "ahora soy más fuerte"... da esperanza y eso nos viene genial en los tiempos que corren.
¡¡FELICIDADES GUAPO!!. QUE CUMPLAS MUCHÍIIISIMOS MÁS Y QUE YO ESTÉ CERQUITA DE TÍ PARA VERLO Y DISFRUTARLO.
UN BESO GRANDE.

El antifaz dijo...

Como resúmen no está mal. Aunque una vida - o media - suena más a novela que a entrada de blog.
Me siento entre los personajes de tu historia.
Feliz año y feliz cumpleaños.
Un abrazo amigo.

Jesús dijo...

Toté: Muchísimas gracias, has sido, eres y serás una de las personas que me acompañan a pesar de la distancia.

Antifaz: Pues puede que me anime a escribir una novela autobiográfica... Una historia está hecha de muchas otras que se cruzan y perduran. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hola Jesús feliz cumple con un poco de retraso he leido tu media historia de vida la verdad la leeré mas de una vez y la analizaré yo tambien tengo historia dias claros y dias grises con muchos nubarrones yo ya he llegado a la mitad y un cuarto más y ahora tengo mucha prisa y quiero hacer el timpo ( no el que he perdido )sino el que me ha faltado UN BESO YQUE SEAS FELIZ MANOLA

Encarni dijo...

Felicidades Jesús. Esta entrada me ha parecido de lo más sincera e intimista porque has hablado de ti mismo, en primera persona, con todo lo que supone ese encuentro contigo mismo y que ha durado bastante tiempo, pero que al final has conseguido realizar, sobre todo porque dices que eres feliz, y yo me alegro por eso. Creo que el balance ha sido positivo después de todo.

Feliz Año Nuevo.

Un abrazo para ese cumpleaños y otro por estrenar el año.

Clara dijo...

Como dice Ernesto Sábado en "El Tunel", la vida consiste en construir futuros recuerdos y tu puedes estar plenamente satisfecho de todo lo que has construido no solo como recuerdos sino como vivencias que han hecho de tí la gran persona que eres.
Seguir las pequeñas señales de la vida, un camino elegido (Todo recto no se puede ir muy lejos), una decisión con sus inseguridades, la suma de nuestras elecciones ... va forjando la esencia de nuestra vida.

Gracias por compartir esta reflexión tan personal e intimista y gracias a este guiño del azar que me permitió conocerte.

Cuídate!

Anónimo dijo...

Querido Jesús, qué gusto leerte! Felicidades en tus 45. Yo voy a por uno más. Tus palabras me traen muchos recuerdos de vivencias juntos y yo también me considero de ese grupo que nombras, de aquellos que han tenido la suerte de seguir tus pasos, de conocerte y compartir tu amistad. Me alegra leer tantas cosas bonitas que has conseguido y sentirte con fuerzas para afrontar una nueva etapa de tu vida.
Si pasas por Madrid, no dudes en llamar, es más, me enfadaría que no lo hicieras. Un abrazo
Manu