sábado, 7 de febrero de 2009

A PESAR DE LOS PESARES


Estoy leyendo un libro de un autor al que descubrí a causa de su apellido: Michel del Castillo.
Un día, en el mercadillo de la plaza St Sernin, compré uno de sus libros.
Es un autor francés con apellido español. Nacido en España, de madre española y padre francés, poco antes de la guerra civil. Su infancia, fué todo un drama marcada por abandonos, hambre, guerras, separaciones, ausencias...

En este libro el autor cuenta la historia de la "no-relación" con su padre.
La ausencia del padre, el abandono, el rechazo, el chantaje...
La primera frase del libro es: "J'ai rendez-vous avec mon assassin. C'est mon père et il s'appelle Michel" que en castellano es "Tengo una cita con mi asesino. Es mi padre y se llama Michel".


Hoy, me he topado con una frase que me ha impactado. Es la frase con la que se cierra el capítulo en el que el hijo accede a ir a ver al padre viejo, moribundo y en la miseria.
El autor termina ese episodio imaginando la futura muerte de su tía, la que le ha cuidado, la que le ha "salvado".

La frase es : "...on s'arrange pour survivre. On s'accommode de tout" que podría traducirse como "nos las arreglamos para sobrevivir. Lo aceptamos todo".


Menos mal que tenemos esa fuerza, ese instinto de supervivencia. Porque hay momentos en la vida en los que todo parece derrumbarse, hundirse.
Menos mal que aceptamos lo irremediable, que nos aferramos a otras cosas, a otras personas para no dejarnos ir nosotros también.
Desde el niño abandonado o huérfano, pasando por los que han vivido traumas, separaciones, abandonos... en sus vidas, todos, de una manera u otra encontramos ese "algo" que nos reconcilia con la vida y que nos permite seguir soñando con un mañana lleno de luz, a pesar de los pesares...

3 comentarios:

El antifaz dijo...

Un niño acepta estos supuestos reveses de la vida mucho mejor que un adulto. Te lo digo yo.
Quizá no se haga tantas preguntas. Quizá no pretende que los demás hagan lo que se espera de ellos. Quizá no se decepcione con determinadas reacciones humanas inesperadas (aunque seguro que justificadas en su interior).

Si el niño tiene miedo, o siente soledad, es porque alguien se lo transmite. Te lo digo yo.

Un abrazo.

Jesús dijo...

Cada uno encuentra una solución para salir del atolladero en el que los adultos, las circunstancias... lo han llevado.
En mi trabajo lo veo todos los días. Algunos, como mis "monstruos", están marcados para toda la vida, pero aún así encuentran soluciones, aunque inesperadas.

Si puedes leer el libro, está muy bien. Ya me contarás si te apetece.

Un abrazote

Clara dijo...

Tal vez los niños no se hagan preguntas pero todo lo que ocurre a su alrededor no pasa desapercibido ni ellos permanecen impasibles (saben demostrarlo a su manera).

Las circunstancias que rodean la infancia son en gran medida la base sobre la que se construye la vida del adulto.

Hace poco conocí un caso similar al argumento que describes del libro. A pesar del daño causado, ellos optaron por perdonar.

Un beso,
Clara